jueves, 7 de julio de 2011

TESTIGO SILENCIOSO






Testigo silencioso del paso de la vida
el gran árbol disfruta en mitad de la plaza
con la sombra que da

su silueta serena se la dieron los años
latidos de la savia para brazos curtidos
y esa sabiduría del que mira distante
y dice a quien le vemos
que hay un mundo distinto a unos pocos kilómetros

hoy me he vuelto hacia él
y he pasado mis manos por su piel recrecida

buscaba aquellas manos de dedos infantiles
benévolos instantes de hace cincuenta años
en que lo utilizara para palpar la vida
y así poder contarle mi historia con el tacto
y hoy con todo el calor de estas manos transidas

amigo endurecido
que buscas el silencio debajo de la tierra
y muestras el orgullo
renovando promesas de verdecida luz
yo siento que te debo
esa fidelidad de brisa entre los claxon
ese sosiego de tránsito callado
ese fresco perfil a mediodía
mientras digo mi nombre y me confirmo
como el hombre que soy junto a tu sombra
mientras digo tu nombre
árbol
y después me recuerdo

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