domingo, 11 de septiembre de 2011

Del poemario EL SUEÑO Y LA CANÍCULA

Huele la vida a tregua.

Sentémonos al sol y remojemos los pies con agua de los charcos como cuando aquellos calores de Julio.
Corríamos y corríamos.” La manga riega que aquí no llega”.
Corríamos, pero tú Pancho siempre salías tarde y te empapaba el látigo de lluvia artificial. ¿O era lo que querías?. Empaparte hasta hundir la mañana y su calor en mares ilusorios y lejanos.

Se espejaba el asfalto como la piel mojada de una enorme ballena. Le nacía una respiración de vaho cuando pegaba el sol al otro lado del Parque del Oeste.

“La manga riega que aquí no llega”. Moja de nuevo mis horas de canícula. Huele la vida a riego y a descanso. Huele la vida a tregua. Huele la vida a camisa empapada. Huele a risa Pancho.
Respira hondo y siéntate a mi lado en el bordillo. Mojaremos los pies en agua de los charcos. Habrá que ir a comer dentro de un rato y sofocar el alma con aromas cercanos.

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