jueves, 24 de enero de 2013

poema en prosa del poemario EL SUEÑO Y LA CANÍCULA


 

Hoy las estrellas dibujan el mapa de mi historia. Mosaico luminoso que cuaja el cielo para hacerlo más oscuro y profundo, más incógnito.

 

Hacía muchos años que no veía un cielo así. Quizá el último lo vimos juntos, te acuerdas, tumbados boca arriba sobre la hierba del parque del verano, como Tom Sawyer, plenos con el aroma del riego y la grandeza de su cuerpo celeste que te deja pequeño, pequeño para siempre. Luego tú te marchaste, quizá hipnotizado por tanta hermosura, persiguiendo la ruta imposible del prodigio.

 

Hoy las estrellas me acercan en un bucle a nuestro tiempo. Latido con latido. Guiño con guiño.

Siempre han estado ahí, mientras yo iba creciendo, andando este tiempo de milagros, porque todo sucede de un modo milagroso y causal. Sabes, son los pequeños detalles los que envuelven la vida con su tela de causalidad.

Ellas, las ignoradas hermanas de la ciudad nocturna  nos contemplan desde su distancia hierática y su hermosura extrema para anunciarnos cuan limitado es nuestro paso. Pacientes nos esperan desde su frontera de deseo.

 

Tú sabrás su secreto. Desde el otro lado de la realidad en donde habitas puede que todo esté más diáfano y puedas comprender, ver el cuerpo de este engranaje inmenso y saber su propósito. Entender su flujo, su dimensión, su tiempo, su intención, su capricho insaciable o su sabiduría.

 

Mientras tanto yo espero. Miro al cielo y pregunto con la voz de un latido. Con el tono profundo del más hondo silencio.     

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